Hay una actividad fetichista muy veraniega que disfruto mogollón. Se trata del saltagiraolismo.
Tiene su origen en el verano pasado cuando, después de darlo todo en un concierto de un tal Guille Milkiway, mis amigos y yo nos dejamos caer por Nerja para plantarle cara a las olas que azotaban la orilla.
Estábamos tan entusiasmados cantando "quie-ro-que-me-des-un-chi-cle-cos-mos..." que no nos dimos cuenta de que tomábamos las olas con más garbo del habitual: saltando y a la par dando un giro de 180º... Aquello, aparte de ser muy divertido, nos permitía salvar el embate olístico con mucha más elegancia y circularidad que el resto de mortales ajenos al poperismo...
¡¡Eso sí que es un fetiche!! (y quien quiera, lo puede relacionar con los giralunas de unos tal Sidonie).
martes, 28 de julio de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario