Un momento fetiche es el de la soledad del coche.
Hoy me he perdido por la M-50. La he tomado en dirección contraria y me ha costado un buen rato más el viaje. Pero ha sido placentero adelantar a los camiones con El canto del Bute y Negras las intenciones, el sol de las cuatro de la tarde y el viento entrando por la ventanilla.
Nunca he sido amante de la velocidad, pero hoy la he disfrutado y me ha subido la adrenalina de una manera distinta.
Miro las golondrinas, que se tiran en picado por delante de mi ventana y las envidio. ¿Cómo será volar? ¿Y planear? Dejarse llevar en la sensación de estar flotando, suspendido, en medio del espacio cercano al suelo, pero por encima. Casi me quedo con la segunda sensación...
Me voy a poner las botas, que me conviene tomar tierra.
"DE oro barcelonés, un anillo te prometo..."
Ojalá me lo aceptes.
miércoles, 6 de mayo de 2009
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