El viernes 22 tuvo lugar un interesante encuentro en El Matadero de Madrid donde un colectivo se proponía, por medio de testimonios personales y de acciones lúdicas, hacer visible una realidad, la de las lesbianas, y algunos de sus problemas.
Yo no haré una crónica fiel de la jornada, pero sí me gustaría referir la divertida experiencia con el rincón dedicado a performance.
Cuando llegamos, había dos chicas, las mismas que se veía en pantalla haciendo un divertido número sobre el tan traído y llevado concepto del matrimonio entre homosexuales, sentadas en un pequeño escenario cubierto de plástico rosa, y dispuestas a recibir de parte del público asistente un baño de arroz o tinta azul o lo que fuera que la imaginación del interactivo respetable dispusiese.
Sin embargo, el respetable era poco proclive a la participación. (Aunque el aspecto de las mujeres revelaba que la tinta había corrido y que cubría buena parte de sus cuerpos).
¡Menos mal que por allí se hallaba una simpática mujer que nos animó a hacerlo! (Por cierto, si me estás leyendo: ¿cómo te llamas? Me gustaría darte las gracias porque sin tu empujón no me habría llevado a casa un viernes tan divertido).
El caso es que al principio con cierto pudor, me acerqué y les hice reproducir el "momento arras" con un chupito de tinta mezclado con unos teñidos granos de arroz.
Luego advertí que en el suelo había un olvidado y larguísimo collar de cuentas blancas, y mi maldad se puso en movimiento: primero las esposé, bien juntas, encadenadas la una a la otra con dos metros de cuentas de plástico. Después vi un trozo de tul y varias diademas... ¡la pareja ya tenía velo! El velo del recato, el velo que omite las realidades que no gustan, el velo con que nos llevan a un altar para ser ofrecidas a una nueva vida... qué sé yo, que cada uno le otorgue al velo el significado que más le guste.
Con una elegante boa negra de plumas que por allí se hallaba, retoqué el atuendo de la otra novia, les di el ramo de flores que para la ocasión estaba dispuesto y la tarta de chocolate para celebración del enlace. La foto, aunque borrosa, recoge un momento de la complicada toilette prematrimonial.
Finalmente, las novias se fundieron en un beso apasionado, que fue escoltado también por el amor de otras novias que por allí estaban.
Hubo lanzamiento de ramo (como manda el reglamento) y lluvia de arroz y baile de las invitadas.
Fue una bonita boda: ¡que seáis felices!
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